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miércoles, 18 de abril de 2012

La edad de la ilustración.


Durante el siglo XVIII se observa el proceso conocido como la Ilustración, se consideraba al pasado como un tiempo de barbarie y oscuridad, era la creencia de los pensadores y escritores, pero también de reyes o “déspotas ilustrados”.
La Ilustración trasmitió e hizo popular las ideas de Bacon y Descartes y sobre todo de Locke y Newton, estos intelectuales eran considerados como los filósofos. Transmitió la filosofía de la ley natural y del derecho natural. Durante este tiempo se difunde que la idea del progreso es la idea dominante. Por su parte los lectores desarrollaron un especial gusto por los libros prohibidos, los cuales se obtenían con relativa facilidad.
París era el centro urbano del movimiento intelectual, allí se publicó la Enciclopedia el mayor proyecto filosófico de la época, la cual fue editada por Denis Diderot entre 1751 y 1772, en él se observaba una importante actitud crítica con respecto a la sociedad y las instituciones que existían y que resumían el espíritu escéptico, racional y científico del momento.
Otro grupo de pensadores era el de los fisiócratas, a este grupo pertenecían Quesnay y Dupont de Neumors. Los fisiócratas se interesaban por la reforma fiscal e impositiva; fueron los primeros en utilizar la expresión laissez faire (“dejar hacer”), pues creían que la riqueza aumentaría si hubiera una mayor libertad para la inversión y para el comercio y la circulación de mercaderías, aunque insistían en la autoridad planificada desde el gobierno “ilustrado”.
Por toda Europa se encontraban hombres y mujeres que se consideraban philosophes: Federico el Grande, Catalina la Grande, María Teresa de Austria y su hijo José. En Inglaterra el obispo Warhurton, el escocés David Hume y Edward Gibbon.
Los philosophes más famosos fueron los tres franceses Montesquieu (1681- 1755), Voltaire (1694- 1778) y Rousseau (1712- 1778). Los tres fueron considerados genios a pesar de que tenían muchas diferencias entre sí, sus obras más importantes las dedicaron al comentario político y de análisis social. Los tres consideraban que el estado de la sociedad existente podía ser mejorado.
Montesquieu, quien pertenecía a una familia de origen aristocrático, había heredado de un familiar un puesto en el Parlamento de Burdeos. En su obra “El espíritu de las leyes” (1748) desarrollo dos ideas principales; una era la que las formas de gobierno variaban según el clima y las circunstancias, que el despotismo era adecuado sólo para grandes imperios en climas calientes. Su otra gran doctrina estaba dirigida contra el gobierno de Francia, y era la separación y equilibrio de poderes. Los propios amigos philosophes de Montesquieu le consideraban demasiado conservador e incluso trataron de disuadirlo de dar al público sus ideas. En definitiva era un reaccionario y una excepción entre sus contemporáneos por su admiración de la “bárbara” Edad Media.
Voltaire pertenecía a una acomodad familia burguesa, se dedicó intensamente a las cuestiones filosóficas y públicas; estaba especialmente interesado en la libertad de pensamiento. Al igual que Montesquieu era admirador de Inglaterra y en especial por la libertad religiosa que en ese país se practicaba. Luego de 1740 inició definitivamente la predicación de la causa de la tolerancia religiosa. Voltaire atacó a la Iglesia Católica, pero además a toda la visión cristianan del mundo, defendía a la “religión natural” y la “moralidad natural”, sostenía que la creencia en Dios y la diferencia entre el bien y el mal surgen de la propia razón, para él no era necesaria ninguna revelación sobrenatural agregada a la razón.
En materia de política y de autogobierno no era un liberal ni un demócrata. Su opinión acerca de la especie humana era muy desfavorable. Él entendía que un gobierno ilustrado debía luchar contra la pereza y la estupidez, que mantuviera al clero en una posición subordinada, que autorizase la libertad de pensamiento y de religión, y que impulsase la causa del progreso material y técnico. Estaba convencido de que unos pocos podían ser ilustrados, él consideraba que esos pocos debían tener el poder de poner en práctica su programa.
Jean Jaques Rousseau, era protestante y de origen de clase baja, no tuvo posición social, ni dinero, ni sentido del dinero. Creía que en la sociedad, tal como ésta existía, una persona buena no podía ser feliz. Sostenía que la civilización era la fuente de muchos males, y que la vida en un “estado de naturaleza”, si fuese posible, sería mejor. Rousseau se convirtió en el “hombre del sentimiento” y el precursor del “romanticismo” que se acercaba. En El contrato social (1762) parecía contradecir todo, sostenía que el “estado de naturaleza” era una situación salvaje, sin ley ni moralidad. Los pensadores anteriores como Locke, por ejemplo, habían concebido el “contrato” como un acuerdo entre un gobernante y un pueblo. Rousseau lo concibió como un acuerdo entre la gente misma. Era un contrato social, no simplemente un contrato político. En él descansaba la sociedad civil organizada, es decir, la comunidad. Era un acuerdo en el cual todos los individuos entregaban su libertad natural los unos a los otros, fundían sus voluntades individuales en una Voluntad General Colectiva, y convenían en aceptar las normas de esta Voluntad, la cual era soberana; y el verdadero poder soberano era “absoluto”, “sagrado” e “inviolable”. Anhelaba una comunidad de la que toda persona pudiera sentirse parte integrante, que todos los hombres tuvieran un sentimiento de pertenencia y de participación.
Mucha gente creía en el progreso, en la razón, en la ciencia y en la civilización. Rousseau tenía sus dudas y ensalzaba las bellezas del carácter. Montesquieu consideraba útil a la iglesia pero no creía en la religión; Rousseau creía en la religión, pero no veía la necesidad de iglesia alguna. Montesquieu estaba interesado por la libertad política práctica; Voltaire renunciaría a la libertad política, a cambio de garantías de libertad intelectual.; Rousseau buscaba la libertad que consiste en fundirse voluntariamente con la naturaleza y con otros iguales.
El el pensamiento de la Ilustración era completamente secular, todas las iglesias eran abandonadas por los más destacados intelectuales. La tolerancia en religión, o la indiferencia, se convirtieron en el sello del progreso. Los pensadores proporcionaban teorías de la sociedad en las que no intervenían las explicaciones cristianas. La virtud más importante consistía en ser socialmente útil. Se creía que el más importante instrumento de progreso era el Estado.
Los pensadores de la época no eran nacionalistas, sino “universalistas”; creían en la unidad de la humanidad y sostenían que todos los hombres vivían bajo la misma ley natural del derecho y de la razón. Todo el pensamiento de la época se proponía hacer a los hombres. Montesquieu quería garantías contra el despotismo; Rousseau quería la liberación de los artificios y de las presiones de la sociedad; Voltaire deseaba confiar en un gobierno poderoso y bien dispuesto, un “déspota ilustrado”.



domingo, 15 de abril de 2012

La colonización inglesa y la revolución norteamericana


A principios del siglo XVII se desarrolló la colonización de la costa atlántica del continente norteamericano por parte del contingente de emigrantes ingleses que se aventuró a cruzar el océano en busca de nuevas oportunidades. Para que esto sucediera fue necesario la existencia de una diversidad de factores. Un primer aspecto a destacar es la existencia en Inglaterra de importantes capitales disponibles para la inversión en las actividades comerciales y en las expediciones con objetivos colonizadores, los inversionistas especulaban con las ganancias que aportarían las actividades desarrolladas en los nuevos territorios. Otro aspecto de no menor importancia es la disposición de las personas a emprender las expediciones a la “tierra prometida”; pues otro de los aspecto refiere a los problemas religiosos que los integrantes de diversas sectas y religiones sufrían en el territorio inglés donde eran perseguidos y acusados de herejes y vinculados con la brujería, estos grupos religiosos buscaban en América poder desarrollar libremente sus prácticas religiosas sin la inferencia de las autoridades británicas.
Los grupos de emigrantes, a su arribo, se fueron estableciendo según sus preceptos religiosos en diferentes zonas de la costa atlántica, situación que fue posibilitada porque en 1606 el rey Jacobo I realizó las concesiones correspondientes para que dos compañías realizar el traslado de emigrantes y su establecimiento en el nuevo territorio. Las Compañía de Plymouth y la Compañía de Londres fueron las beneficiadas con las concesiones de la corona. Como consecuencia de las expediciones se establecerán 13 colonias que serán el inicio del poblamiento inglés en el territorio norteamericano; esas colonias eran Virginia, Plymouth, Massachusetts, Connecticut, Maryland, Rhode Island, Nueva York, Carolina del Sur y Carolina del Norte, Nueva Jersey, Pensilvania, Delaware y Georgia.
Las nuevas colonias estaban regidas por gobiernos regidos de acuerdo a las leyes vigentes en la metrópoli; por otra parte los colonos tenían representación en el parlamento inglés, al menos teóricamente, ya que uno de sus reclamos posteriores sería justamente que no se consideraban representados en esa institución; además las colonias eran consideradas dependencias de la corona.
En los nuevos territorios los respectivos gobiernos estaban en manos de gobernadores pertenecientes a la nobleza británica e integrantes de la corte del rey; estos gobiernos coloniales desarrollaban sus actividades de forma independiente entre sí debido a que no se les había concedido el derecho a establecer alianzas o uniones intercoloniales.
Las campañas de colonización traían consigo objetivos de carácter económico, las políticas mercantilistas adoptadas por las monarquías europeas se basaban en la acumulación de metales preciosos que demarcaban en base a la riquezas el poderío de las naciones. Pero cuando los primeros colonos comenzaron a conocer los territorios sobre los que se habían asentado descubrieron la inexistencia de metales preciosos; esta situación se transformó en un obstáculo en los objetivos económicos. Las colonias debieron adaptarse a la vida en América adaptando sus actividades a las nuevas circunstancias, las principales actividades de orden económico se centraron en el comercio de pieles y en la pesca de bacalao y ballenas.
Las prácticas agrícolas se desarrollaron en diferentes zonas con diferentes resultados, mientras el norte no permitía una producción significativa fue la zona centro la que tomo relevancia en el ámbito productivo, las tierras del sur eran las más aptas para el desarrollo de las producciones agrícolas y ganaderas; mientras el norte se desarrolló en base a la actividad de sus puertos el sur lo logró a través de las grandes plantaciones.
Por su parte la actividad industrial se encontraba limitada por la legislación impuesta por la metrópoli, se establecía que las colonias no debían desarrollar industrias, eran productoras de materias primas y eran receptoras de productos elaborados. Las manufacturas colonias se reducían a la producción doméstica de alimentos y vestimentas. Los sectores que alcanzaron un mayor desarrollo fueron los molinos de granos y los aserraderos; estos últimos suministraban la madera utilizada por los diversos astilleros, la industria naviera obtuvo un gran desarrollo en las zonas de los principales puertos.
Las actividades comerciales, por legislación, debían realizarse en embarcaciones de bandera británica y únicamente tripuladas por marineros ingleses. Existían productos denominados “numerados” que se destinaban directamente a la metrópoli, entre ellos se destacaban el azúcar, el tabaco y el algodón. En las colonias existía un mercado que consumía manufacturas y artículos de procedencia oriental, pero la operaciones de importación estaban reservadas únicamente a los comerciantes ingleses. El hecho de prohibir el comercio entre las colonias abrió la puerta al comercio ilegal, el contrabando entre colonias y con otras potencias europeas se vio incrementado considerablemente.
La nueva sociedad no involucro a las poblaciones autóctonas, las diversas tribus indígenas fueron marginalizadas y no existió el mestizaje. Los inmigrantes europeos se transformaron en la población mayoritaria, muchos de ellos se incorporaron como sirvientes debido a que habían sido reclutados voluntariamente o forzosamente, muchos de ellos no contaban con el dinero para trasladarse y aceptan cumplir tareas de sirvientes durante un lapso no mayor a siete años, luego quedaban liberados para desarrollar sus propias actividades. En la base de la sociedad se encontraban los esclavos provenientes del continente africano los cuales se ubicaron mayoritariamente en el sur, puesto que estaban destinados a las tareas en las grandes plantaciones.
La situación que vivían las colonias poco a poco se comenzó a transformar en un gran descontento en contra de la corona británica, en 1689 la soberanía parlamentaria se aplicó a todas las regiones, y contra ello se rebelaron los norteamericanos. Por otra parte, durante la guerra de los “Siete años”, en la fase que se desarrolló en territorio norteamericano, los colonos prácticamente no participaron; fueron el ejército regular y la escuadra inglesa los encargados de expulsar a los franceses. La defensa era pagada con los recursos de la corona, por lo cual el gobierno inglés buscó aumentar la contribución que debían pagar las colonias con el fin de que aportasen a las arcas imperiales. Los norteamericanos sólo pagan los impuestos aprobados localmente, disfrutando de exenciones dentro del imperio, y contra ello actuó el Parlamento.
Los americanos señalaban que el Parlamento carecía de la autoridad para imponerles impuestos, porque no se consideraban representados en esa institución. Los norteamericanos se resistían mientras que el Parlamento intentaba no excederse en la aplicación de su poder.
En 1773 se formalizaron las diferencias originadas por formar parte de un sistema económico aplicado desde la metrópoli. El hecho desencadenante es la concesión por el Parlamento a la Compañía de las Indias Orientales para la comercialización del té, el cual sería comercializado directamente por los agentes de la empresa, esta medida bajaría el precio al público pero excluía de un negocio muy importante a los intermediarios americanos. En 1774 se estableció el Acta de Quebec, que le daba un gobierno a los territorios canadienses de población francesa recién conquistados, además se delimitaban los límites territoriales, todo lo que se consideró como un ultraje pro-francés y pro-católico desde el punto de vista norteamericano; esto, sumado al cierre del puerto de Boston provocó la consideración de oponer resistencia.
Ya no era una cuestión de impuestos sino que se discutía sobre la libertad de los norteamericanos para establecer su propia política, pero los territorios no estaban preparados para la independencia. Se consideraron “Actas intolerables” a las medidas reales y comenzó la organización y la reunión en un “congreso continental”; se impuso un boicot a los artículos británicos que provocó el inicio de la lucha en 1775. Durante el “Segundo Congreso Continental” se estableció la creación de un ejército norteamericano, buscaba sumar a Quebec a la causa revolucionaria y comenzaba las negociaciones con Francia. Las opciones no eran muchas, independencia o esclavitud. Thomas Paine se transforma a partir de 1977 en un revolucionario internacional, comienza a manifestar que detesta a la sociedad inglesa e incita a la lucha por la libertad.
El 4 de julio de 1776, el Congreso adoptó la Declaración de Independencia, a través de la cual Estados Unidos se daba a conocer como separada e igual entre las potencias de la tierra. La guerra por la independencia se transformaría en un conflicto de mayores dimensiones, era una lucha por el Imperio, si bien al comienzo Francia se mantiene al margen, pero abasteciendo a las colonias. La situación francesa cambiaría a partir de 1778 cuando se observó a los revolucionarios como una buena opción política, se los reconoció, se estableció una alianza y se declaró la guerra a Inglaterra; posteriormente se le unió España. Mientras que otras potencias formaron una “neutralidad armada” para defender el comercio ante las imposiciones británicas. La participación francesa fue decisiva en el triunfo de los norteamericanos lo que provocó que Inglaterra reconociera la independencia de Estados Unidos.
Si bien el conflicto había tenido origen en el enfrentamiento con el Parlamento, en la Declaración se acusaba únicamente al rey; esto se debía que no se había reconocido la autoridad del Parlamento y además porque utilizar en grito de “tirano” daba mejores resultados. La Declaración manifestaba la idea del derecho natural, “todos los hombres son creados iguales, que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables, entre los que se encuentran la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”. En la nueva realidad norteamericano se aplicó la igualdad democrática, aunque al comienzo sólo a los hombres blancos europeos, muchos de ellos se preocupaban por la esclavitud.
La revolución trajo consigo una consecuencia democrática, ya que en algunos estados más hombres recibieron el derecho al voto, a ser electos y una representación similar de sus votantes, se acabaron los diezmos y las iglesias anglicana y congregacionalista perdieron sus privilegios. La propiedad cambio de manos, pero la ley de propiedad se modificó en ciertos detalles.
Los norteamericanos llegaron a considerar que el gobierno tenía poderes limitados y debía actuar sólo dentro de los preceptos constitucionales. La idea del federalismo surgió en el marco de protesta contra el poder soberano centralizado, era difícil aplicarlo ya que los nuevos estados seguían manteniendo el separatismo entre sí. Estados Unidos estaba constituido por una unión de trece repúblicas independientes por lo que fue necesario redactar, en 1787, la Constitución, la más antigua aún en vigor.
La independencia estadounidense fue mucho más que eso, fue el inicio de la era de las revoluciones democráticas, en Europa hasta 1848 y en Latinoamérica hasta el surgimiento de las repúblicas independientes en la década de 1820. Pero además le provocó gastos a Francia que luego fueron uno de los factores que originó la Revolución Francesa. En cuanto a América Latina las autoridades españolas reorganizaron el imperio para que no les sucediera lo mismo que a los ingleses.
El surgimiento de Estados Unidos demostró que se podían realizar muchas de las ideas de la ilustración. Lo que más impacto causó fue el simbolismo de la reunión de los norteamericanos para redactar las constituciones de sus estados.
Las constituciones norteamericanas eran una demostración del contrato social. Presentaban a los hombres en su “estado de naturaleza”, libres de las antiguas autoridades de gobierno y reunidos para crear un nuevo, asignando la división de poderes.

viernes, 13 de abril de 2012

De la Restauración Meiji al Militarismo..

La restauración Meiji es un proceso que sufre el archipiélago japonés durante el siglo XIX, y que además tiene como el acontecimiento más trascendental la eliminación de los “shogunatos”, lo que significaba terminar con el sistema feudal aún existente. Pero la trascendencia es aún mayor debido a que apartarse del feudalismo le significaría un cambio muy importante para una cultura tan tradicional como la nipona. El poder que anteriormente ostentaban los señores feudales iba a recaer sobre una nueva figura política: el emperador.
En los años posteriores se sucedieron cambios significativos en la estructura social existente, la abolición de la élite samurái (guerreros), con su rica tradición, que dedicaba su vida a la defensa de su “señor”, representaría la desaparición de los últimos privilegios feudales, así como costumbres y códigos de honor que pertenecían al arte de los guerreros. Esta transformación política, económica y social permitirá la existencia de la igualdad social y la libertad individual; finalmente se logra también la eliminación del sistema de gobierno (bakufu). Estos cambios marcaron una clara evolución del Estado, impulsando a Japón como una potencia militar, industrial y comercial a nivel mundial; acompañado de un rápido proceso de modernización y occidentalización.
La realidad japonesa se transformará rápidamente mostrando los rasgos de la modernización implantada desde los modelos extranjeros, principalmente a través de los aportes que recibía desde el mundo occidental capitalista; se imitaron modelos, prácticas y estructuras de las potencias europeas, más allá de la necesaria adaptación a la realidad japonesa.
A partir de la década de 1920 y hasta el final de la Segunda Guerra Mundial (1945) se establecerá en el gobierno de Japón la doctrina militarista que se identificaba claramente con los modelos totalitarios establecidos en el centro de Europa. Los conceptos básicos del militarismo consideraban indispensable que el ejército llevara adelante la dirección política del país.
En el Japón de 1920 existía una diversidad de factores que permitieron la consolidación del militarismo: el legado samurái y su tradicional código de honor sentó las bases para la doctrina militarista; la Constitución Meiji (1889) que había dotado al ejército de la posibilidad de acceder directamente al Emperador, lo que le permitía ejercer presión sobre el líder político en lo respectivo a la toma de decisiones; la debilidad del mencionado gobierno cedía terreno a los militares en el aspecto político permitiendo su participación en este ámbito; el ejército nipón manifestaba su descontento debido al sentimiento de humillación con respecto a las relaciones con las potencias occidentales; el sistema político se encontraba polarizado, la fragmentación y enfrentamientos se daban entre las posiciones de izquierda y derecha, situación que perjudicaba el normal desarrollo y funcionamiento del Estado.
También existieron aspectos provenientes del exterior que afectaron estructuralmente la economía local, el principal trastorno fue provocado por la gran depresión producida por la crisis económica originada en EE.UU. en 1929; la influencia de los totalitarismos europeos se hizo muy fuerte y el militarismo japonés se acercó aún más a estos modelos. Por otra parte el militarismo desarrolló una mentalidad expansionista que se reflejó en las invasiones a territorios el sudeste asiático, entre ellos la guerra e invasión al territorio de la vecina China.
El ataque norteamericano a la resistencia japonesa a comienzos de agosto de 1945, y en particular el estallido de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, terminó con el militarismo nipón y abrió una nueva etapa de dominación estadounidense hasta 1951, bajo el mando del general Douglas McArthur. Durante este período los representantes diplomáticos norteamericanos ejercieron el control y el asesoramiento a la nueva administración japonesa, que adquirirá más elementos occidentales en el funcionamiento de sus estructuras. Fue necesario realizar una completa democratización de las instituciones que integraban el sistema político, para ello se procedió a depurar a todos aquellos individuos que habían participado en el proceso militarista. Para el ejercicio de una real democracia se estableció el sufragio universal y fue relevante el otorgamiento al Parlamento del poder supremo que anteriormente ostentaba el emperador.
Se imponía la necesidad de una profunda reforma agraria, pero las medidas adoptadas en este sentido tuvieron un escaso éxito; pero por el contrario en el ámbito laboral se desarrolló una muy importante legislación de las relaciones laborales sentado las bases de la posterior industrialización japonesa que lo llevaría definitivamente a encaramarse como una de las potencias mundiales del planeta.
Si se pretendía realizar una real transformación de las estructuras políticas y económicas no era suficiente el asesoramiento, sino que paralelamente se tenía que realizar una profunda reforma en el sistema educativo que permitiera formar ciudadanos y funcionarios con aptitudes para el desarrollo de funciones en la nueva realidad; la educación decididamente jugó un rol de relevancia en la actualidad del país, transformando las estructuras sociales.
La definitiva apertura de Japón al mundo capitalista occidental y su increíble desarrollo industrial han dejado atrás al sistema feudal en el que estaba inmerso hace no más de siglo y medio.

viernes, 6 de abril de 2012

Repercusiones de la Primera Guerra Mundial en América Latina

Repercusiones de la Primera Guerra Mundial en América Latina.
El desarrollo y posterior fin del conflicto bélico mundial tuvo incidencia y repercusiones en todos los puntos del planeta, desde su epicentro en el continente europeo, golpeando en un segundo nivel a países involucrados en regiones como Norteamérica, Medio Oriente, Sudeste Asiático y norte del continente africano.
Pero las repercusiones también afectaron a países que si bien no participaron del enfrentamiento y además e ubicaban distantes del campo de batalla, habían intensificándolos vínculos comerciales existentes con anterioridad con las potencias europeas, es el caso de los países latinoamericanos donde el impacto se centra en aspectos de carácter económicos y sociales.
El desarrollo sin límites presentado por el sistema capitalista en las últimas décadas del siglo XIX y sostenido por las políticas imperialistas europeas había establecido importantes vínculos comerciales con los territorios latinoamericanos, pero el desarrollo de la confrontación cambio ese orden establecido por los europeos en favor del emergente imperialismo norteamericano en los años posteriores a la Gran Guerra.
El desarrollo de la guerra, el cual sorprendió a los europeos por su extensión y los costos que debieron enfrentar las naciones, obligo a cambiar las políticas mercantiles con Latinoamérica y poner fin a sus pretensiones en estos territorios. En este aspecto América Latina observó como las inversiones europeas comenzaban a estancarse para luego desaparecer en un lapso relativamente breve. Si bien este proceso comienza en 1914, con el inicio del conflicto, culmina con el retiro de las inversiones francesas en el transcurso de 1923.El vínculo entre ambas partes del planeta quedo supeditado a la venta de materias primas por parte de los americanos a los países europeos contendientes, que por su condición de tal debieron dirigir sus industrias hacia una economía de guerra y dejan de producir artículos de primera necesidad; por otra parte los continuos bombardeos destruyeron cultivos esenciales para la producción de alimentos necesarios para alimentar a la población y los ejércitos en el frente de batalla. Si bien en general esta situación beneficia a los países americanos, también se pudo observar como aquellos que contaban con una producción más elaborada se vieron damnificados ante el cese de las exportaciones provenientes del sector secundario.
Muchos países obtuvieron enormes beneficios del comercio en tiempos de guerra, entre los que se puede citar a Brasil, Argentina y Uruguay; en el caso uruguayo el ingreso de divisas fue de tal importancia que la economía alcanzó niveles muy importantes, lo que derivó en que se le llamara la “Suiza de América”, en relación a su bienestar económico y su pequeñez territorial. La mayoría de las naciones americanas se enfrentaron a otro problema, les fue sumamente necesario orientarse hacia el desarrollo de industrias locales destinadas a suplantar los producto que ya no se podían importar desde el viejo continente. Esta situación provocará que los países que logran un desarrollo más


significativo se transformen en una seria competencia para la Europa de postguerra, es el caso de realidad de Canadá.
Si bien hasta el momento sólo se han señalado aspecto de orden económico no podemos olvidar la transformación social de muchas sociedades americanas, en especial aquellas que se ubican en las costas atlánticas, puesto que es el océano el que permite la llegada de importantes contingentes de inmigrantes que se establecerán principalmente en Brasil, Argentina y Uruguay. Serán estos inmigrantes que llegan a América escapando de la guerra y buscando “hacer la América”. La conformación de nuevas sociedades cosmopolitas nos ha legado innumerables aspectos de orden cultural (idiomas, comidas, usos, conocimientos, oficios, etc.) y costumbres relacionadas al desarrollo de la actividad laboral; que han estructurado y potenciado las riquezas de las sociedades.
Pero la transformación más sustancial se encuentra en el plano político: el desplazamiento de los intereses británicos por el imperialismo norteamericano. El orden mundial posterior a la guerra posicionó a EE.UU. como potencia mundial y su política imperialista se direccionó al sur de su territorio, desde la política del “Gran Garrote” (Big Stick) aplicad por T. Roosvelt a la posterior “política del buen vecino” desarrollada por Franklin Roosvelt. Por otra parte los estadounidenses buscaron el apoyo de Latinoamérica a partir del fortalecimiento de la Unidad Panamericana.
La realidad mostró las intenciones imperialistas norteamericanas en su máxima expresión sobre los territorios del Caribe y norte de América del Sur. Se produjo una fuerte y profunda explotación por parte de grandes empresas norteamericanas de los yacimientos de petróleo venezolano, las minas de cobre en Perú, el estaño boliviano y el nitrato chileno, entre los recursos más importantes.
Como lo señalamos anteriormente, la zona Caribeña debido a su cercanía estaba directamente bajo la influencia estadounidense y las débiles democracias existentes permitían la injerencia extranjera. Es en la región caribeña donde existían las denominadas “repúblicas bananeras” que fueron explotadas en cuanto a recursos y mercados. Los gobiernos locales se transformaron en “gobiernos títeres” de los intereses extranjeros, que permitieron el establecimiento de compañías norteamericanas que desarrollaron la explotación de los recursos de la tierra mediante la monoproducción de bananas, caña de azúcar y café, según las características del país y la explotación de las reservas petrolíferas.
Si bien las consecuencias directas de la Guerra Mundial recayeron sobre los estado europeos, no es menor la situación que le tocó sobrellevar a América Latina durante el periodo de entre guerras, posteriormente el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial tendrá consecuencias similares.

LA REVOLUCIÓN RUSA Y SU IMPACTO EN AMÉRICA LATINA

LA REVOLUCIÓN RUSA Y SU IMPACTO EN AMÉRICA LATINA.

El Dr. J. E. Swain acertadamente comentó: " Nada ha desafiado tan completamente las teorías ortodoxas, los franceses revolucionarios derrocaron a los Borbones, pero los rusos, en pocos años, establecieron normas para una nueva forma de vivir y de pensar. "
Hay quien dice que la revolución rusa fue ideada para extenderse a través de todo el mundo. Lenin y Trotsky dijeron que la meta del socialismo en Rusia nunca se llevaría a cabo sin el éxito del proletariado mundial en otros países, como se vio en la Revolución Alemana. Sin embargo, hasta el día de hoy, este asunto es objeto de opiniones contradictorias por varios grupos y partidos marxistas sobre la historia comunista.
Algunas fuentes declaran que fue Stalin el primero en rechazar la idea, afirmando que el socialismo era posible en un solo país.
El impacto provocado por la Revolución Rusa en los países latinoamericanos se vio reflejado de diversas maneras, pero en todos los países prendió, en mayor o menor medida, o se potenció el pensamiento y las corrientes socialistas; una de las formas de manifestación es el movimiento anarquista que se expanden en muchos países. La corriente anarquista arriba al continente mediante los contingentes de inmigrantes rusos que se establecen, en principio, en áreas rurales y luego en el medio urbano

Estos movimientos anarquistas tuvieron su auge en toda la región entre 1917 y 1919, años en los que se organizaron huelgas generales bastante significativas que abrieron un proceso de sindicalización del movimiento obrero, como el caso de Perú en 1919, Brasil en 1917, Argentina en 1918 y México en el mismo periodo. Se crea un clima político generalizado favorable a la huelga general como forma de lucha principal, a pesar de que en algunos casos éstas no tenían un objetivo claro o buscaban una especie de disolución del Estado. En esta fase se consiguieron avances importantes en las luchas sociales y sindicales, colocándose en el eje de las luchas reivindicaciones específicas como la reducción de la jornada a ocho horas por día así como mejoras salariales y de condiciones de trabajo y de vida de los obreros. Es el caso de la huelga de 1919 en el Perú, que al igual que otras experiencias en la región, fueron brutalmente reprimidas sin poder acumular fuerzas, generando una autocrítica en gran parte del movimiento anarquista que va a conducirlos al bolchevismo.
Los acontecimientos sucedidos en la antigua Rusia zarista se expanden por América Latina inspirando el surgimiento de los movimientos estudiantiles revolucionarios que se expandieron por todo el continente generando líderes y partidos marxistas locales. Estos movimientos dieron origen a las revoluciones sociales, que en su inicio empezaron con golpes de Estado o largas insurrecciones armadas de origen rural (el ejemplo más claro en el continente es el de la Revolución Cubana liderada por Fidel Castro), en todos los casos se repite un común denominador, la ejecución de los ataques mediante la utilización del sistema de “guerra de guerrillas”.
Estos movimientos tomaron una arista de aspecto político en muchos lugares de Latinoamérica, permite el surgimiento de partidos comunistas en diferentes países; pero este hacho por sí solo desencadena una importante consecuencia, que es el surgimiento de movimientos anticomunistas.
Es México el primer país latinoamericano en establecer relaciones diplomáticas con la URSS, si bien estas no fueron totalmente estable, pues las relaciones se mantuvieron desde 1924 a 1930, viéndose interrumpidas hasta es restablecimiento a partir de 1943. Es en el marco de este vínculo entre estos dos estados que se da el arribo y exilio del líder soviético Trotsky en el país centroamericano, hacho que centraliza la atención del socialismo latinoamericano.
El modelo soviético se plasmó en mayor medida en países que tenían características similares a las de la Rusia zarista, economía agrícola, escaso desarrollo productivo, población campesina, escasa educación, etc.; es el caso de Cuba donde en el sector de las plantaciones de caña de azúcar se observa la implantación del sistema de soviets en manos de los campesinos.
La revolución rusa tuvo un tremendo impacto sobre el movimiento obrero uruguayo, influyendo no sólo a los trabajadores socialistas sino también a los anarcosindicalistas, que mirarán con esperanzas a la primera república obrera triunfante. En los años veinte el sistema político uruguayo se caracterizó por la presencia de corrientes ideológicas de proyección mundial, como el socialismo, el comunismo y el catolicismo, aunque convocaron adhesiones muy minoritarias. Como señala José Pedro Barrán se “tornaron más fuertes los miedos conservadores pues el enemigo ya no tenía nada de imaginario ni lejano”. Desde 1910 se había establecido en el país el Partido Socialista, como resultado de su división en 1921 surge el Partido Comunista. Por esos años tuvo lugar, a ambos lados del Río de la Plata, la actuación de los llamados “anarquistas expropiadores” (entre ellos el legendario Miguel Arcángelo Roscigno, protagonista del sangriento asalto al Cambio Messina y la posterior fuga del Penal de Punta Carretas.

Según D'Elía y Miraldi, "El 12 de agosto de 1920, el Partido Socialista publicó un extenso ma-nifiesto expresando su solidaridad con la revolución y condenando la intervención externa"La influencia de la Revolución Rusa de 1917 fue central para la consolidación de los movimientos sociales en América Latina y Colombia, que se desarrollaron durante las dos primeras décadas del siglo XX, pues sirvió como fundamento ideológico y político para la resistencia a gobiernos segregacionistas o represivos. Las reivindicaciones sociales fueron diversas por lo que surgieron movimientos como el Obrero, el Campesino, el Indígena y el Estudiantil, cuya expresión principal fueron las huelgas que constituyeron la base de la formación de sindicatos y de los movimientos como posibilidad de expresión y participación política; sin embargo la represión violenta fue también común en toda América Latina. Algunos gobiernos derivados de los movimientos sociales y denominados populistas emergieron en diferentes países de América Latina.

LA REVOLUCIÓN ORIENTAL

LA REVOLUCIÓN ORIENTAL.
El movimiento revolucionario se extendió a lo largo de toda América hasta llegar al Río de la Plata. En el territorio de la Banda Oriental la revolución se inicia en el campo y no en la ciudad, el 28 de febrero de 1811 con el denominado “Grito de Asencio”, los gauchos y propietarios rurales comienzan con la ocupación de algunas ciudades del interior para luego dirigirse hacia Montevideo. Por esos días José Artigas desertaba del Cuerpo de Blandengues y ofrecía sus servicios a la “Junta Grande” de Buenos Aires, y esta lo designo como jefe de las milicias orientales. El avance de la revolución debió enfrentar un importante obstáculo en la Batalla de Las Piedras (18 de mayo de 1811), la estrategia militar de Artigas le permitió el triunfo sobre el capitán español José Posadas. Con el camino libre los orientales llegaron a Montevideo y establecieron el sitio, donde recibieron el apoyo del ejército de Rondeau.
Ante esta situación el virrey Elío solicitó el apoyo portugués para liberar la ciudad; en el mes de julio el ejército portugués invadió el territorio. Su presencia provocó que se firmara el armisticio (20 de octubre de 1811) y las tropas deban retirarse.
La solución no conformó a los orientales, descontentos con la solución se reunieron primero en la “Panadería de Vidal” y luego en la “Quinta de la Paraguaya”, donde nombran a Artigas como su jefe.
Artigas inicia la marcha hacia el Ayuí, el “Éxodo del Pueblo Oriental”, los artiguistas estaban fuertes y no querían depender de Buenos Aires, así surgen las diferencias. En octubre de 1812 se establece el segundo sitio sobre Montevideo.
El congreso de Abril.
En abril de1813, las Provincias Unidas establecen una Asamblea General Constituyente; los delegados orientales llevaban 20 instrucciones o recomendaciones, lo fundamental era: la independencia, la república y el federalismo. Se creó el Gobierno Económico de la Provincia Oriental, con el objetivo de organizar la situación interna de la campaña. Los diputados orientales fueron rechazados y se convocó al Congreso de Capilla de Maciel (diciembre de 1813), el cual se realizo sin la presencia de Artigas. El jefe oriental decidió retirar a su ejército del sitio y dedicarse a una intensa actividad en el interior y en las provincias del litoral.
La provincia Oriental Autónoma.
El 25 de febrero de 1815 fue derrotado el gobierno porteño de Montevideo, comenzaba el período de la Provincia Oriental autónoma, que finalizó en agosto de 1816 con la invasión portuguesa. Fernando Otorgués fue designado como gobernador político y militar; el gobierno decretó la confiscación de los bienes de extranjeros o americanos emigrados y la creación de Purificación, para llevar allí a españoles y enemigos de la revolución. Desde allí Artigas desarrolló su gobierno ejerciendo su autoridad a través de tres autoridades: el cabildo Gobernador, el delegado Miguel Barreiro y el Comandante de Armas.
En este período se llevaron a cabo diversas realizaciones, como la fundación de la Biblioteca Nacional, a pesar de la pobreza del tesoro provincial. La problemática económica era muy compleja, despoblamiento ganadero, irregularidades en la tenencia de la tierra e inseguridad; para terminar con esta situación, Artigas dictó el Reglamento Agrario de 1815.
Reglamento Agrario de 1815.
En él se establecía que los terrenos disponibles para un nuevo reparto serían los de “emigrados, malos europeos y peores americanos” y también tierras estatales (Barrán y Nahum). También se señalaba quienes serían los destinatarios de las tierras y las condiciones, “los negros libres, los zambos de esta clase, los indios y los criollos pobres…viudas pobres si tuvieran hijos o será igualmente preferidos los casados a los americanos solteros, y éstos a cualquier extranjero”. Los nuevos repartos debían medir legua y media de frente por dos de fondo, y los beneficiados tenían la obligación de levantar un rancho y dos corrales en un plazo de dos meses, y no podía vender, enajenar o hipotecar la tierra.
El reglamento además busca el afincamiento del gaucho creando un nuevo grupo social arraigado a la tierra. Para recuperar la ganadería se prohibía los arreos a Portugal y la matanza indiscriminada; y para atacar la inseguridad se creó la policía de campaña y se exigió un documento a los peones (“papeletas”).
Por su parte Artigas entre 1814 y 1815 además se dedicó a organizar las provincias, defendiendo el derecho de autodeterminación de los pueblos, es así que realiza una gran labor difundiendo el federalismo y formando la Liga Federal o Protectorado.
Cuando en 1815 el federalismo artiguista triunfaba y se expandía Buenos Aires recurrió a la intervención extranjera.

La Revolución Gloriosa.

La Revolución Gloriosa.
La Revolución Gloriosa es un proceso desarrollado en el siglo XVIII, en el marco de los procesos europeos conocidos como “Revoluciones Liberales”.
Los antecedentes se remontan al siglo XVI, momentos en los que la monarquía Tudor ejerció el absolutismo logrando dominar al Parlamento e intervenir en las actividades económicas. Esto se debe a que por esos años la monarquía, la burguesía urbana y los pequeños propietarios rurales nobles (la gentry) mantenían intereses comunes; en cuanto a la situación exterior debían unirse ante un mismo y poderoso enemigo: España. La lucha con los españoles tenía dos aristas muy importantes debido a que estaba en disputa la posesión de los mares atlánticos, tan importantes en el fenómeno expansionista e imperialista desarrollado por la corona inglesa; pero también los ibéricos intentaban restablecer en el territorio inglés el catolicismo que había cedido terreno a la iglesia Anglicana.
Pero los británicos también tenían problemas internos que solucionar; las luchas privadas de la nobleza inglesa se habían transformado en una gran dificultad para el mantenimiento de la paz y seguridad interior, para el desarrollo de zonas muy importantes en el aspecto comercial e industrial.
Pero esta alianza entre la monarquía y los grupos que ostentaban el poder en el Parlamento cambiaría durante el siglo XVII debido básicamente a la mala distribución de las riquezas, se produjo un gran desequilibrio en cuanto a la posesión del capital, este recaía en manos de quienes lo originaban, los burgueses y la gentry. El aumento fomentado de la producción los favoreció considerablemente; no así a la nobleza, quien sufrió en la disminución de sus ingresos provocándole la necesidad de depender de la monarquía para poder sobrevivir. La realeza interviene limitando el desarrollo de las actividades económicas que desarrollaban los burgueses, hacho que generó un importante conflicto entre ambos sectores sociales.
El conflicto derivo en una clara y directa “lucha por la riqueza”, debido a la ininterrumpida acumulación burguesa la monarquía propuso crear y aumentar los impuestos con el objetivo de recaudar a expensas de los negocios y ganancias de la burguesía; pero el Parlamento se opondrá aduciendo que no puede contralar la gran cantidad de capitales que se originarían a partir de esa medida. Ante una situación incambiada la corona resuelve participar de la vida económica lo que será contraproducente, pues deja como resultado: el aumento de precios, la desocupación y el descontento general. Ante los anteriores fracasos se recurre a exigir antiguos derechos feudales que les permitan conseguir los ingresos necesarios.
Es la lucha por la riqueza el origen de la “guerra civil” que se desarrollará en Inglaterra. Durante el conflicto se enfrentarán “los parlamentarios” y “los realistas”; los primeros contarán con el apoyo de las zonas de producción agrícola (el Norte y el Oeste), además del puritanismo religioso; por su parte los segundos tendrán el apoyo de los sectores más industrializados y relacionados a la actividad comercial (el Sur y el Este), y tenían el apoyo de la iglesia anglicana. Al finalizar la contienda el triunfo es de los parlamentarios, con la consecuencia directa de la expulsión de los nobles del Parlamento; se procede a la proclamación de la Republica, y se detiene al rey Calos I para luego ser decapitado.
El proceso revolucionario decidió en 1660 dar lugar a la restauración monárquica, restituyendo en la corona a Carlos II Estuardo. El nuevo rey debía reconocer al Parlamento la función de elaborar las leyes y la capacidad de la aprobación de los impuestos.
Posteriormente al reinado de Carlos II lo sucede en el trono británico Jacobo II, quien era católico y de ideología absolutista, aspectos que se oponían claramente al pensamiento general de la sociedad, lo que derivó en la falta de apoyo reinado al punto de ser destronado. Al quedar la corona vacante es ofrecida al príncipe holandés, Guillermo de Orange, el cual asumía las funciones aceptando dos condiciones fundamentales: por un lado, que debía mantener el protestantismo como religión en el territorio; y por otro lado, debía permitir que fuese el gobierno quien se encargara de gobernar.
Es este proceso revolucionario el aspecto coyuntural que los historiadores señalan como real transición de un sistema de monarquía absoluta al sistema monárquico parlamentario.
El Parlamento gobernará con un orientación claramente definida hacia el capitalismo, para ello tomará una serie de decisiones que permitan aplicar las dinámicas capitalistas, las cuales mencionaremos a continuación. Se elimina lo que se consideraban obstáculos: los privilegios, los monopolios, las prohibiciones los peajes y los controles de precios, todos aspectos que perjudicaban una adecuada puesta en práctica de los preceptos del capitalismo. Se convirtió en una necesidad la creación de estructuras económicas que sustentaran el aumento de las actividades: el Banco de Inglaterra y las sociedades anónimas. La flota mercante de bandera inglesa se apoderó de los principales mares utilizados para el tránsito comercial, y para consolidar aún más su predominio se determinó que todas las mercaderías serían transportadas únicamente por naves inglesas.
En última instancia señalaremos el estimulo al desarrollo de la industrial textil a través de la prohibición de realizar la exportación de lana en bruto, de ahora en más se comercializaría la lana a través de productos manufacturados; y también se procedió a la organización de los artesanos extranjeros ubicados en el territorio inglés.
Estas medidas adoptadas por el Parlamento tendrán aún más trascendencia en el siglo siguiente, cuando sea la industrial textil el motor fundamental que mueva y desarrolle la revolución industrial inglesa.