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viernes, 6 de abril de 2012

La Revolución Gloriosa.

La Revolución Gloriosa.
La Revolución Gloriosa es un proceso desarrollado en el siglo XVIII, en el marco de los procesos europeos conocidos como “Revoluciones Liberales”.
Los antecedentes se remontan al siglo XVI, momentos en los que la monarquía Tudor ejerció el absolutismo logrando dominar al Parlamento e intervenir en las actividades económicas. Esto se debe a que por esos años la monarquía, la burguesía urbana y los pequeños propietarios rurales nobles (la gentry) mantenían intereses comunes; en cuanto a la situación exterior debían unirse ante un mismo y poderoso enemigo: España. La lucha con los españoles tenía dos aristas muy importantes debido a que estaba en disputa la posesión de los mares atlánticos, tan importantes en el fenómeno expansionista e imperialista desarrollado por la corona inglesa; pero también los ibéricos intentaban restablecer en el territorio inglés el catolicismo que había cedido terreno a la iglesia Anglicana.
Pero los británicos también tenían problemas internos que solucionar; las luchas privadas de la nobleza inglesa se habían transformado en una gran dificultad para el mantenimiento de la paz y seguridad interior, para el desarrollo de zonas muy importantes en el aspecto comercial e industrial.
Pero esta alianza entre la monarquía y los grupos que ostentaban el poder en el Parlamento cambiaría durante el siglo XVII debido básicamente a la mala distribución de las riquezas, se produjo un gran desequilibrio en cuanto a la posesión del capital, este recaía en manos de quienes lo originaban, los burgueses y la gentry. El aumento fomentado de la producción los favoreció considerablemente; no así a la nobleza, quien sufrió en la disminución de sus ingresos provocándole la necesidad de depender de la monarquía para poder sobrevivir. La realeza interviene limitando el desarrollo de las actividades económicas que desarrollaban los burgueses, hacho que generó un importante conflicto entre ambos sectores sociales.
El conflicto derivo en una clara y directa “lucha por la riqueza”, debido a la ininterrumpida acumulación burguesa la monarquía propuso crear y aumentar los impuestos con el objetivo de recaudar a expensas de los negocios y ganancias de la burguesía; pero el Parlamento se opondrá aduciendo que no puede contralar la gran cantidad de capitales que se originarían a partir de esa medida. Ante una situación incambiada la corona resuelve participar de la vida económica lo que será contraproducente, pues deja como resultado: el aumento de precios, la desocupación y el descontento general. Ante los anteriores fracasos se recurre a exigir antiguos derechos feudales que les permitan conseguir los ingresos necesarios.
Es la lucha por la riqueza el origen de la “guerra civil” que se desarrollará en Inglaterra. Durante el conflicto se enfrentarán “los parlamentarios” y “los realistas”; los primeros contarán con el apoyo de las zonas de producción agrícola (el Norte y el Oeste), además del puritanismo religioso; por su parte los segundos tendrán el apoyo de los sectores más industrializados y relacionados a la actividad comercial (el Sur y el Este), y tenían el apoyo de la iglesia anglicana. Al finalizar la contienda el triunfo es de los parlamentarios, con la consecuencia directa de la expulsión de los nobles del Parlamento; se procede a la proclamación de la Republica, y se detiene al rey Calos I para luego ser decapitado.
El proceso revolucionario decidió en 1660 dar lugar a la restauración monárquica, restituyendo en la corona a Carlos II Estuardo. El nuevo rey debía reconocer al Parlamento la función de elaborar las leyes y la capacidad de la aprobación de los impuestos.
Posteriormente al reinado de Carlos II lo sucede en el trono británico Jacobo II, quien era católico y de ideología absolutista, aspectos que se oponían claramente al pensamiento general de la sociedad, lo que derivó en la falta de apoyo reinado al punto de ser destronado. Al quedar la corona vacante es ofrecida al príncipe holandés, Guillermo de Orange, el cual asumía las funciones aceptando dos condiciones fundamentales: por un lado, que debía mantener el protestantismo como religión en el territorio; y por otro lado, debía permitir que fuese el gobierno quien se encargara de gobernar.
Es este proceso revolucionario el aspecto coyuntural que los historiadores señalan como real transición de un sistema de monarquía absoluta al sistema monárquico parlamentario.
El Parlamento gobernará con un orientación claramente definida hacia el capitalismo, para ello tomará una serie de decisiones que permitan aplicar las dinámicas capitalistas, las cuales mencionaremos a continuación. Se elimina lo que se consideraban obstáculos: los privilegios, los monopolios, las prohibiciones los peajes y los controles de precios, todos aspectos que perjudicaban una adecuada puesta en práctica de los preceptos del capitalismo. Se convirtió en una necesidad la creación de estructuras económicas que sustentaran el aumento de las actividades: el Banco de Inglaterra y las sociedades anónimas. La flota mercante de bandera inglesa se apoderó de los principales mares utilizados para el tránsito comercial, y para consolidar aún más su predominio se determinó que todas las mercaderías serían transportadas únicamente por naves inglesas.
En última instancia señalaremos el estimulo al desarrollo de la industrial textil a través de la prohibición de realizar la exportación de lana en bruto, de ahora en más se comercializaría la lana a través de productos manufacturados; y también se procedió a la organización de los artesanos extranjeros ubicados en el territorio inglés.
Estas medidas adoptadas por el Parlamento tendrán aún más trascendencia en el siglo siguiente, cuando sea la industrial textil el motor fundamental que mueva y desarrolle la revolución industrial inglesa.

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