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domingo, 15 de abril de 2012

La colonización inglesa y la revolución norteamericana


A principios del siglo XVII se desarrolló la colonización de la costa atlántica del continente norteamericano por parte del contingente de emigrantes ingleses que se aventuró a cruzar el océano en busca de nuevas oportunidades. Para que esto sucediera fue necesario la existencia de una diversidad de factores. Un primer aspecto a destacar es la existencia en Inglaterra de importantes capitales disponibles para la inversión en las actividades comerciales y en las expediciones con objetivos colonizadores, los inversionistas especulaban con las ganancias que aportarían las actividades desarrolladas en los nuevos territorios. Otro aspecto de no menor importancia es la disposición de las personas a emprender las expediciones a la “tierra prometida”; pues otro de los aspecto refiere a los problemas religiosos que los integrantes de diversas sectas y religiones sufrían en el territorio inglés donde eran perseguidos y acusados de herejes y vinculados con la brujería, estos grupos religiosos buscaban en América poder desarrollar libremente sus prácticas religiosas sin la inferencia de las autoridades británicas.
Los grupos de emigrantes, a su arribo, se fueron estableciendo según sus preceptos religiosos en diferentes zonas de la costa atlántica, situación que fue posibilitada porque en 1606 el rey Jacobo I realizó las concesiones correspondientes para que dos compañías realizar el traslado de emigrantes y su establecimiento en el nuevo territorio. Las Compañía de Plymouth y la Compañía de Londres fueron las beneficiadas con las concesiones de la corona. Como consecuencia de las expediciones se establecerán 13 colonias que serán el inicio del poblamiento inglés en el territorio norteamericano; esas colonias eran Virginia, Plymouth, Massachusetts, Connecticut, Maryland, Rhode Island, Nueva York, Carolina del Sur y Carolina del Norte, Nueva Jersey, Pensilvania, Delaware y Georgia.
Las nuevas colonias estaban regidas por gobiernos regidos de acuerdo a las leyes vigentes en la metrópoli; por otra parte los colonos tenían representación en el parlamento inglés, al menos teóricamente, ya que uno de sus reclamos posteriores sería justamente que no se consideraban representados en esa institución; además las colonias eran consideradas dependencias de la corona.
En los nuevos territorios los respectivos gobiernos estaban en manos de gobernadores pertenecientes a la nobleza británica e integrantes de la corte del rey; estos gobiernos coloniales desarrollaban sus actividades de forma independiente entre sí debido a que no se les había concedido el derecho a establecer alianzas o uniones intercoloniales.
Las campañas de colonización traían consigo objetivos de carácter económico, las políticas mercantilistas adoptadas por las monarquías europeas se basaban en la acumulación de metales preciosos que demarcaban en base a la riquezas el poderío de las naciones. Pero cuando los primeros colonos comenzaron a conocer los territorios sobre los que se habían asentado descubrieron la inexistencia de metales preciosos; esta situación se transformó en un obstáculo en los objetivos económicos. Las colonias debieron adaptarse a la vida en América adaptando sus actividades a las nuevas circunstancias, las principales actividades de orden económico se centraron en el comercio de pieles y en la pesca de bacalao y ballenas.
Las prácticas agrícolas se desarrollaron en diferentes zonas con diferentes resultados, mientras el norte no permitía una producción significativa fue la zona centro la que tomo relevancia en el ámbito productivo, las tierras del sur eran las más aptas para el desarrollo de las producciones agrícolas y ganaderas; mientras el norte se desarrolló en base a la actividad de sus puertos el sur lo logró a través de las grandes plantaciones.
Por su parte la actividad industrial se encontraba limitada por la legislación impuesta por la metrópoli, se establecía que las colonias no debían desarrollar industrias, eran productoras de materias primas y eran receptoras de productos elaborados. Las manufacturas colonias se reducían a la producción doméstica de alimentos y vestimentas. Los sectores que alcanzaron un mayor desarrollo fueron los molinos de granos y los aserraderos; estos últimos suministraban la madera utilizada por los diversos astilleros, la industria naviera obtuvo un gran desarrollo en las zonas de los principales puertos.
Las actividades comerciales, por legislación, debían realizarse en embarcaciones de bandera británica y únicamente tripuladas por marineros ingleses. Existían productos denominados “numerados” que se destinaban directamente a la metrópoli, entre ellos se destacaban el azúcar, el tabaco y el algodón. En las colonias existía un mercado que consumía manufacturas y artículos de procedencia oriental, pero la operaciones de importación estaban reservadas únicamente a los comerciantes ingleses. El hecho de prohibir el comercio entre las colonias abrió la puerta al comercio ilegal, el contrabando entre colonias y con otras potencias europeas se vio incrementado considerablemente.
La nueva sociedad no involucro a las poblaciones autóctonas, las diversas tribus indígenas fueron marginalizadas y no existió el mestizaje. Los inmigrantes europeos se transformaron en la población mayoritaria, muchos de ellos se incorporaron como sirvientes debido a que habían sido reclutados voluntariamente o forzosamente, muchos de ellos no contaban con el dinero para trasladarse y aceptan cumplir tareas de sirvientes durante un lapso no mayor a siete años, luego quedaban liberados para desarrollar sus propias actividades. En la base de la sociedad se encontraban los esclavos provenientes del continente africano los cuales se ubicaron mayoritariamente en el sur, puesto que estaban destinados a las tareas en las grandes plantaciones.
La situación que vivían las colonias poco a poco se comenzó a transformar en un gran descontento en contra de la corona británica, en 1689 la soberanía parlamentaria se aplicó a todas las regiones, y contra ello se rebelaron los norteamericanos. Por otra parte, durante la guerra de los “Siete años”, en la fase que se desarrolló en territorio norteamericano, los colonos prácticamente no participaron; fueron el ejército regular y la escuadra inglesa los encargados de expulsar a los franceses. La defensa era pagada con los recursos de la corona, por lo cual el gobierno inglés buscó aumentar la contribución que debían pagar las colonias con el fin de que aportasen a las arcas imperiales. Los norteamericanos sólo pagan los impuestos aprobados localmente, disfrutando de exenciones dentro del imperio, y contra ello actuó el Parlamento.
Los americanos señalaban que el Parlamento carecía de la autoridad para imponerles impuestos, porque no se consideraban representados en esa institución. Los norteamericanos se resistían mientras que el Parlamento intentaba no excederse en la aplicación de su poder.
En 1773 se formalizaron las diferencias originadas por formar parte de un sistema económico aplicado desde la metrópoli. El hecho desencadenante es la concesión por el Parlamento a la Compañía de las Indias Orientales para la comercialización del té, el cual sería comercializado directamente por los agentes de la empresa, esta medida bajaría el precio al público pero excluía de un negocio muy importante a los intermediarios americanos. En 1774 se estableció el Acta de Quebec, que le daba un gobierno a los territorios canadienses de población francesa recién conquistados, además se delimitaban los límites territoriales, todo lo que se consideró como un ultraje pro-francés y pro-católico desde el punto de vista norteamericano; esto, sumado al cierre del puerto de Boston provocó la consideración de oponer resistencia.
Ya no era una cuestión de impuestos sino que se discutía sobre la libertad de los norteamericanos para establecer su propia política, pero los territorios no estaban preparados para la independencia. Se consideraron “Actas intolerables” a las medidas reales y comenzó la organización y la reunión en un “congreso continental”; se impuso un boicot a los artículos británicos que provocó el inicio de la lucha en 1775. Durante el “Segundo Congreso Continental” se estableció la creación de un ejército norteamericano, buscaba sumar a Quebec a la causa revolucionaria y comenzaba las negociaciones con Francia. Las opciones no eran muchas, independencia o esclavitud. Thomas Paine se transforma a partir de 1977 en un revolucionario internacional, comienza a manifestar que detesta a la sociedad inglesa e incita a la lucha por la libertad.
El 4 de julio de 1776, el Congreso adoptó la Declaración de Independencia, a través de la cual Estados Unidos se daba a conocer como separada e igual entre las potencias de la tierra. La guerra por la independencia se transformaría en un conflicto de mayores dimensiones, era una lucha por el Imperio, si bien al comienzo Francia se mantiene al margen, pero abasteciendo a las colonias. La situación francesa cambiaría a partir de 1778 cuando se observó a los revolucionarios como una buena opción política, se los reconoció, se estableció una alianza y se declaró la guerra a Inglaterra; posteriormente se le unió España. Mientras que otras potencias formaron una “neutralidad armada” para defender el comercio ante las imposiciones británicas. La participación francesa fue decisiva en el triunfo de los norteamericanos lo que provocó que Inglaterra reconociera la independencia de Estados Unidos.
Si bien el conflicto había tenido origen en el enfrentamiento con el Parlamento, en la Declaración se acusaba únicamente al rey; esto se debía que no se había reconocido la autoridad del Parlamento y además porque utilizar en grito de “tirano” daba mejores resultados. La Declaración manifestaba la idea del derecho natural, “todos los hombres son creados iguales, que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables, entre los que se encuentran la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”. En la nueva realidad norteamericano se aplicó la igualdad democrática, aunque al comienzo sólo a los hombres blancos europeos, muchos de ellos se preocupaban por la esclavitud.
La revolución trajo consigo una consecuencia democrática, ya que en algunos estados más hombres recibieron el derecho al voto, a ser electos y una representación similar de sus votantes, se acabaron los diezmos y las iglesias anglicana y congregacionalista perdieron sus privilegios. La propiedad cambio de manos, pero la ley de propiedad se modificó en ciertos detalles.
Los norteamericanos llegaron a considerar que el gobierno tenía poderes limitados y debía actuar sólo dentro de los preceptos constitucionales. La idea del federalismo surgió en el marco de protesta contra el poder soberano centralizado, era difícil aplicarlo ya que los nuevos estados seguían manteniendo el separatismo entre sí. Estados Unidos estaba constituido por una unión de trece repúblicas independientes por lo que fue necesario redactar, en 1787, la Constitución, la más antigua aún en vigor.
La independencia estadounidense fue mucho más que eso, fue el inicio de la era de las revoluciones democráticas, en Europa hasta 1848 y en Latinoamérica hasta el surgimiento de las repúblicas independientes en la década de 1820. Pero además le provocó gastos a Francia que luego fueron uno de los factores que originó la Revolución Francesa. En cuanto a América Latina las autoridades españolas reorganizaron el imperio para que no les sucediera lo mismo que a los ingleses.
El surgimiento de Estados Unidos demostró que se podían realizar muchas de las ideas de la ilustración. Lo que más impacto causó fue el simbolismo de la reunión de los norteamericanos para redactar las constituciones de sus estados.
Las constituciones norteamericanas eran una demostración del contrato social. Presentaban a los hombres en su “estado de naturaleza”, libres de las antiguas autoridades de gobierno y reunidos para crear un nuevo, asignando la división de poderes.

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